Rotary Club: Agosto, mes del árbol
Artículos relacionados
En la primer mitad el siglo XVI, llegaron a nuestras tierras adelantados y conquistadores españoles quienes utilizaron especies arbóreas autóctonas para amurallar y proteger sus precarias construcciones. Podemos nombrar al algarrobo, quebracho, tala, ceibo, ibirá pitá, anacahuita y, por supuesto, el ombú.
A mediados del siglo XIX se fueron integrando a nuestro territorio muchos árboles que sin ser originarios de esta zona se adaptaron y aclimataron de forma tal que quedaron establecidos juntamente con las plantas nativas.
Domingo Faustino Sarmiento fue un ferviente promotor de la actividad forestal; conocía su importancia económica y ambiental. Insistía en que la llanura infinita “debía terminar su soltería” y que el eucalipto de Australia era “el marido conveniente”; así es como en 1858 ingresaron al país las primeras semillas que se repartieron y brotaron en gran parte del territorio argentino. De esta forma los eucaliptos crecen desde Comodoro Rivadavia hasta Salta y Misiones.
Otras especies extranjeras que se incorporaron a nuestro territorio:
Álamo Carolina del valle del Mississippi, sur de Estados Unidos. Álamo plateado oriundo del sur de Europa.
Sauce “llorón” llegó desde China. Pino insignis y pino ellioti naturales de Estados Unidos.
Nogal (del sudeste de Europa). Aromo (Australia). Paraíso (de la zona del Himalaya). Tilo (Europa).
Todos los árboles son importantes y cumplen funciones ecológicas irremplazables. Son fuente de madera, de combustible, de aprovisionamiento para la industria y proveedores de frutos, semillas y raíces comestibles.
Los árboles urbanos llevan a cabo servicios ambientales fundamentales además de disminuir la contaminación visual y auditiva que se produce en las grandes ciudades.