POR ALBERTO ARROZARENA
Entre Ingeniero Jacobacci y San Carlos de Bariloche hay algo más de 200 kilómetros.
Sería algo así como un viaje de Las Heras a Roque Pérez (ida y vuelta).
Pero nada que ver.
En la meseta patagónica, las pendientes, el viento que suele soplar desde la cordillera hacia el océano y los caminos de ripio hacen que transitarlos sea toda una aventura.
Ro y Fede continúan con su aventura y la comparten con nosotros
A Federico y Rocío se los habían advertido y Pikin tenía experiencia en trepadas en la precordillera, pero nada se compara con la “Línea sur” que une Las Grutas con San Carlos de Bariloche.
“Nuestra primera parada fue en Clemente Onelli, un pequeño poblado que no tiene más de 100 habitantes y que posee el nada apetecible título de ser el pueblo más frío de la Argentina, ya que en invierno la temperatura suele llegar a los -25º. Ahí se instaló el primer teléfono público cuando Menem privatizó ENTEL y se hizo una publicidad muy recordada. Claro está que en esa misma época se cerró el ramal ferroviario por el que pasaba el Tren Patagónico que unía Buenos Aires con Bariloche y Onelli pasó de tener 500 habitantes a cerca de 100”, nos cuenta Federico de esa experiencia de los últimos kilómetros de meseta y las primeras estribaciones de la cordillera. “Nos quedamos en un galpón que nos habilitaron y, menos mal porque a la noche hace frío en serio”, nos cuenta.
El segundo tramo fue hasta Comallo, otra pequeña población ya llegando a la ruta 40. Un lugar pintoresco por donde se lo mire. “El pueblo es muy chiquito y nos dieron para quedarnos en un campo de doma que está como a dos kilómetros del poblado. Nos quedábamos en la cantina. Estábamos re bien y teníamos proyectado seguir al día siguiente. Pero, cuando nos levantamos, vimos el pronóstico y decía que a la tarde habría vientos desde la cordillera. Como estábamos bien ahí, decidimos quedarnos un día más y seguir al día siguiente”. Esta vez es Rocío la que lleva el relato y Federico nos sorprende con una de las anécdotas que serán parte de los recuerdos del viaje.
“Ese día había fiesta en el pueblo y decidimos quedarnos. Era domingo creo. La pegamos porque a la tarde el viento era de unos 70 km/h. Fuimos al pueblo, estuvimos un rato ahí y decidimos volver a dormir al campo de jineteada porque al otro día proyectábamos salir temprano. Ya estábamos acomodados para dormir cuando empezamos a escuchar voces. Miramos por la ventana y vimos que eran uno o dos autos que paraban y un grupo de muchachos que venían para el lado de la cantina.”Sonamos, dijimos. Acá nos asaltan” Nos quedamos quietos y en eso se abre la puerta de la cantina y nos enfocan con una linterna. Ven las bicis y uno pega un grito: “Rajemos que acá hay unos locos durmiendo”. Salieron como si se los llevara el demonio. Nosotros teníamos flor de c…. y terminaron asustados ellos”, cuenta con picardía y absoluta sinceridad.
Por si alguien pregunta qué es el paraíso
A partir de Comallo se comienza a percibir la proximidad de la Cordillera y en Dina Huapi empezás a bordear el lago. “Nos quedamos unos días en Bariloche, pero nos dijeron que era muy lindo para el lado de El Bolsón y decidimos seguir bajando. Nos quedamos un par de noches acampando a orillas de los lagos Gutiérrez y Mascardi. Son doscientos cincuenta kilómetros increíbles. Lo bueno que la mayor parte es en bajada (a la vuelta se va a complicar). Estuvimos en sitios soñados, durmiendo a la orilla del lago y con la cordillera como telón de fondo. Te puedo asegurar que es espectacular”, nos cuenta Rocío, la navarrense que está haciendo experiencia al pedalear, que reconoce que se le complican las cuestas y más si son de ripio, cuando hay que bajarse y empujar la bici, pero que, después de tres meses arriba de la “cleta” ya es una cicloviajera más.
El Bolsón, el paraíso y el infierno
Por más que buena parte del viaje entre Bariloche y el Bolsón sea cuesta abajo, no es fácil recorrer esos más de 200 km. que separan a la Capital de los Lagos del Sur de El Bolsón.
Fede y Rocío llegaron casi de noche, pero oscureció rápidamente y estaban buscando albergue, cuando se les acercó un hombre y les ofreció hospedarse en su hostel.
“Pagamos los dos primeros días y después nos propusieron que nos siguiéramos quedando, pero pagando el alojamiento con nuestro trabajo. Así es que a la mañana hacemos algunas cosas en el hostel (esta semana, un día tuve que pintar una reja) y a la tarde vamos a la feria regional a ofrecer nuestras artesanías” relata Federico que hace una pausa cuando le preguntamos por los incendios de los últimos días.
El Bolsón es la población más importante de la llamada “comarca andina del paralelo 42”. Está en el extremo sudoeste de la provincia de Río Negro y muy cerca del límite con Chubut. En realidad es un valle longitudinal orientado de norte a sur al pie del cerro Piltriquitron. Actualmente tiene más de 20 mil habitantes y es ampliamente conocido no sólo por sus bellezas naturales, sino también por sus movimientos artísticos y artesanales y su intensa actividad agroecológica.
La felicidad de los viajerso contrasta con las penurias de los lugareños en El Bolsón
Allí, en ese paraíso en el que residen, inclusive, algunos herenses de nacimiento como Pablo Romero o María Elena Onsalo, hace algo más de una semana se desató el infierno con el comienzo simultáneo de seis focos de incendios que, producto de la sequía y los fuertes vientos, hicieron que se propagaran rápidamente entre las montañas y literalmente calcinaran barrios enteros de la periferia de la ciudad.
“Además nos dicen que es muy difícil combatir las llamas porque el territorio es muy escarpado y sólo se las puede atacar desde aviones hidrantes y helicópteros que constantemente vuelan sobre el fuego y cargan agua en los lagos. Altos Golondrinas es uno de los más afectados, porque El Hoyo, donde teníamos pensado ir, es una localidad que está separada de El Bolsón, y ahí es donde se quemaron la mayoría de las 250 casas que quedaron destruidas. Durante el día, el humo casi no te deja respirar y a la noche se ve el fuego en las montañas. Parece que el cielo es anaranjado o rojo. Es increíble. No se puede explicar con palabras” nos dice Pikin, quien reconoce que ellos están alojados como a unos cinco kilómetros del principal foco del desastre.
“Pensábamos empezar a subir este fin de semana, pero el dueño del hostel nos ofreció si queríamos quedarnos una semana más, o sea que recién la semana que viene arrancaremos para la zona de Bariloche”, cuenta Rocío que sabe que la “manteca” que fue el camino de ida, tendrá otro sabor a la vuelta, cuando haya que empezar a “pechearla”.
“Nuestra aventura por el sur está empezando a terminarse. Se viene el invierno y ponemos rumbo al norte. Quien sabe hacia dónde nos llevarán el destino (y las bicis)”, reconoce Federico cada día más convencido de la decisión que tomó alguna vez y que los está llevando a vivir una experiencia increíble fue una de las mejores de su vida.
Argentina solidaria
Las pérdidas materiales en El Bolsón y toda la comarca son incalculables, aunque también hay otras más significativas como la pérdida de vidas humanas que están apareciendo por estas horas.
Paralelamente a ello las necesidades de la gente son tantas que sería imposible de asumir sólo con la ayuda del estado. Por esta razón y como ocurre siempre se ha puesto en marcha un gigantesco aparato solidario en todo el país.
El mapa se sigue llenando de asteriscos
Y Las Heras y nuestra zona no es ajena a ello, por tal razón se supo hace algunas horas que dos instituciones de nuestro medio están trabajando mancomunadamente para acercar las donaciones a la zona del desastre.
La Asociación Sanmartiniana Gral. Las Heras, institución que preside Lorena Baca participa, conjuntamente con su par de Lobos, están trabajando activamente en la colecta nacional solidaria para los vecinos de la zona de El Bolsón (Río Negro).
Las necesidades son muchísimas, pero se centran especialmente en comestibles no perecederos, agua, artículos de limpieza, elementos de botiquín (Platsul, gasas, vendas, agua oxigenada) y calzado.
Las donaciones se reciben en el cuartel de Bomberos que, como siempre, se suma a una nueva propuesta solidaria, hasta el próximo miércoles, cuando serán retiradas para ser enviadas a la zona del desastre a través del centro de logística del AMBA en Villa Soldati.
Como siempre decimos en estos casos, todo lo que les hagamos llegar es poco, pero más allá de lo económico, está la posibilidad de hacerles sentir a nuestros hermanos de ese hermoso rincón de la patria, que no están solos, que hay todo un pueblo detrás, apoyándolos.