Pedido de Publicación: SOBERANIA ALIMENTARIA E INTEGRACIÓN CON CHINA, ¿UNA CONTRADICCIÓN?
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En los últimos meses la “soberanía alimentaria” tomó estado público y despertó un importante debate en torno proyecto oficial de expropiación de la Empresa Vicentín, donde se confrontaron diversas miradas que despertaron opiniones de todos los espectros ideológicos y fue tomado como un claro posicionamiento ideológico del Gobierno Nacional sobre el tema.
Simultáneamente la Cancillería reconoce avanzadas gestiones para habilitar a China a producir una inversión de 27.000 millones de dólares para la producción de unos 5 millones de capones al año en el territorio nacional bajo una supuesta “integración racional”, lo que representaría algo similar a darle la duplicación de la producción nacional al mayor cliente potencial de carne de porcina. Tanto las asociaciones como las confederaciones de productores recibieron esta noticia por los medios de difusión.
Ambas decisiones parecieran contradictorias, más aún si se considera que la producción porcina está en un 90 % en manos de pequeños y medianos productores, se ha mantenido como una de las producciones de mayor crecimiento en los últimos años y ha sido ejemplo del desarrollo de la ganadería familiar con un alto grado de arraigo en casi toda la extensión del territorio nacional.
China busca “externalizar su producción”. Esto, en otras palabras, es dejar de importar insumos, dejar de consumir miles de millones de litros de agua dulce de sus reservas, relocalizar una producción que se le está tornando inviable por los problemas sanitarios que sufre y fundamentalmente reducir notoriamente los costos de fletes transportando carne faenada y no granos. En otras palabras externaliza riesgos, reduce costos y coloniza territorios cuyos recursos naturales no son los propios, todo a cambio de la renuncia nacional de producir cerdos y vendérselos.
¿Qué rédito obtendría nuestro país?
Impositivo?. China va a condicionar esa inversión a exenciones que no se conocen. Lo indicado sería que ese tema sea inmediatamente planteado en el ámbito legislativo y los sectores involucrados puedan participar del debate. Además al producir en el territorio nacional Argentina renunciaría a venderle a precio internacional los granos que consumirán acá. Renunciando al ingreso impositivo que ese comercio exterior genera.
¿Mano de Obra?, ¿se puede esperar un aporte diferente al que hace con la red de supermercados que invaden el país?
Estratégico?, ¿disponemos de organismos y personal para el control integral de una duplicación de la población porcina, del control del medio ambiente, de frigoríficos y cadenas de comercialización?.
¿Qué garantías hay de que esa producción, o parte de ella, no sea volcada al consumo interno compitiendo con ventajas contra los productores locales?, ¿qué garantías hay que esa producción “china” no compita con la de nuestros productores en los mercados internacionales que hoy abastece nuestra carne?
Son demasiados interrogantes que hoy sobrevuelan, sin respuestas, la producción porcina nacional. Ni los más grandes productores de hoy lo seguirán siendo mañana si se permite que una docena de granjas de 12.000 madres se instalen en nuestro territorio nacional.
¿Expropiación de Vicentín para defender a soberanía alimenticia o Producción porcina China en nuestro territorio que la limita?.
Los productores porcinos hemos mantenido un crecimiento sostenido duplicando la producción nacional en 10 años, sustituyendo importaciones por carne nacional, iniciando el camino de la exportación y llegando a 40.000 toneladas exportadas anuales. China es nuestro potencial mayor cliente en un futuro inmediato. Tenemos la tierra, los granos, en agua, los productores y los cerdos. ¿Cuál es la “integración estratégica” de a que hablan.?
Apoyemos la producción nacional, a los productores nacionales, a nuestra mano de obra y nuestra cadena de comercialización. China debe ser nuestro cliente, no nuestro competidor en nuestra propia tierra y con nuestros propios recursos. No aceptemos nuevas formas de colonización. Nuestra soberanía no se negocia, y no ha de haber “grieta” que nos separe en la defensa de nuestro trabajo.
Navarro, 25 de julio 2020
