Navarro despide a un hombre honesto, que defendió su ideal sin buscar nada a cambio. Como secretario de Turismo, dejó una huella imborrable en la historia local, enriqueciéndola con sus libros, relatos y una impronta que aún se siente en cada calle del pueblo.
Su visión se plasmó en monumentos, en la preservación del patrimonio arquitectónico, en la recuperación de plazas, el museo, el cine y los históricos almacenes que hoy siguen contando nuestra historia. Fue un político de conducta intachable, un defensor del legado cultural y un apasionado por su tierra.
Su partida deja un vacío, pero su obra perdurará en cada rincón de Navarro.