A 69 años: el ascenso del Peronismo

Roberto Gómez
Por Roberto Gómez febrero 24, 2015

A 69 años: el ascenso del Peronismo

El 24 de febrero de 1946, el entonces coronel Juan Domingo Perón obtenía su primer triunfo electoral, una victoria en la que el carisma del nuevo líder fue tan decisivo como las debilidades de la oposición.
Aquel caliente verano de 1946, el primero de la posguerra, cuando la sociedad argentina se precipitaba hacia su hoy longeva partición en dos, pocos creían que el coronel Juan Domingo Perón podía ganar las elecciones presidenciales del 24 de febrero convocadas por el presidente Edelmiro Farell. Aunque por cierto no existían entonces las encuestas, prevalecía en Buenos Aires la idea de que el candidato opositor José Tamborini, de la Unión Democrática, contaba con el favor de la mayoría, si bien había en este flanco, también, un fuerte temor a que el régimen militar de Farrell-Perón persistiera en la costumbre del fraude institucionalizado de los años treinta.
Pero no hubo fraude -fueron las primeras elecciones limpias desde 1928- y ganó el ministro de Guerra, secretario de Trabajo y Previsión y vicepresidente de la dictadura saliente: Perón obtuvo triunfo ante la Unión Democrática, los cuales por última vez fueron todos votos masculinos.
Suele proclamar la liturgia peronista, no sin algo de razón, que la historia argentina empezó a cambiar el 17 de octubre de 1945 con la imponente movilización obrera que esa noche logró instalar a Perón en el balcón de la Casa Rosada. Pero la traducción efectiva del nuevo fenómeno político sólo se verificó cuatro meses después, cuando Perón conquistó 280 mil votos más que su oponente. Hoy se cumplen ahora sesenta y nueve años del día en que la corriente política que más tiempo gobernó la Argentina, el peronismo, llegó al poder por primera vez.
El propio Perón, caso único en el país y raro en el mundo, ganaría después otras dos presidenciales más, con marcas muy superiores a la original separadas por 27 años la primera de la última (incluidos los 17 años de exilio). Del 52,40% de 1946 pasó al 62,49% en 1951, su mejor elección (también hay que decirlo: organizada en condiciones desiguales para la oposición) y la más contundente de la historia argentina. La de 1973, igualmente extraordinaria, fue apenas menos robusta que la segunda: 61,86%. Promediaba el siglo XX y acababa de implantarse por ley el voto femenino cuando Perón hizo la que sería, quizás, su profecía más increíble: «la primera elección -dijo- la gané con los hombres, la segunda será con las mujeres y la tercera (la ganaré) con los niños».
Sesenta y nueve años han pasado entonces de la mítica campaña electoral «Braden o Perón», tal como en febrero de 1946, mientras el mundo barajaba de nuevo, aparecía pintado en incontables paredes de todo el país. Fue la campaña que cristalizó la fatídica antinomia peronismo-antiperonismo. En términos proselitistas, el cariz antiimperialista del eslogan y el endoso de la intromisión diplomática a los opositores soslayados se probó eficaz, aunque justo sería reconocer que ello no sólo se debió a la genialidad de Perón sino a la falta de ella por parte del mayor activista político extranjero de la historia. Perón dijo alguna vez que si Spruille Braden no hubiera existido habría que haberlo inventado.
PARTIDO JUSTICIALISTA DE NAVARRO.

Roberto Gómez
Por Roberto Gómez febrero 24, 2015

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