Y un día el Pica volvió
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Fue el jugador más aplaudido en las categorías más chiquitas de Dorrego. Goleador de la octava, sorprendía todos los sábados con sus gambetas, llenándose de elogios de compañeros y adversarios. Pero un día el Pica Silva tuvo una durísima infección en su rodilla, varias intervenciones quirúrgicas, y los médicos le dijeron que quizás no iba a jugar más al fútbol. Pasaron muchos partidos, semanas, meses… Se perdió varios campeonatos… Algunos pensaron que no verían más sus esquives, pero nosotros nunca dejamos de recordarlo y de tener esperanzas de un día verlo nuevamente en la cancha, con la camiseta que sea, pero jugando al fútbol.
El sábado, Dorrego recibió en un amistoso a la Filial de Boca de Pilar y cuando menos lo imaginábamos vimos un pibe caminar desde el vestuario hacia la cancha como los que saben… Se sentó en el banco de los suplentes y esperó que el técnico le diera otra chance de mostrar sus gambetas.
En el complemento, lo vi pararse, calentar… Se me llenaron los ojos de lágrimas… No sé por qué, porque no soy más que un conocido, pero tampoco me pregunté nada, me dediqueá a vivir las emociones de las cosas simples, tal vez por ver a un pibe feliz, con su camiseta celeste y tu tranco cansino, como el de los cracks…
Ya no importa si su cintura se quiebra con la misma velocidad… Ya no interesan tanto sus goles… Pica Silva volvió a jugar a la pelota en su club, en su cancha, con los mismos compañeros de aquellos años infantiles, cuando los padres parecían sembrados en el alambrado. Ya no había ese público, porque cuando los pibes crecen muchos no concurren a la cancha.
Pica Silva entró y aunque pocos se dieron cuenta, dejamos aquí sellado el emotivo momento que con una sencilla imagen se convertirá en eterno.
Viva el fútbol, pero que vivan mucho más los que pintan de colores maravillosos el juego.
Toto.-