Tamberos, entre exportación frenada y bajos precios
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Como otros varios rubros alimenticios, también la lechería entró en estado de alerta máximo, ante la falta de correcciones largamente reclamadas (pedidos que comenzaron en 2005), y el inocultable estancamiento de la producción durante más de 10 años, lapso en el que se mantuvo entre los 10-11.000 millones de litros anuales.
Es inconcebible para muchos que, con los aún muy buenos precios internacionales apenas por debajo de los récords históricos, que hoy rondan los u$s 4.500 por tonelada de leche en polvo, se sigan manteniendo restricciones oficiales sobre la exportación, lo que impide que los valores internacionales se «derramen» sobre la producción local. Este cepo al comercio exterior opera en la práctica como una verdadera Espada de Damocles que, en pocos meses más, puede obligar a un nuevo cierre masivo de tambos ante la falta de rentabilidad, por los comparativamente bajos precios que se perciben en tranquera de tambo.
El círculo vicioso es férreo y puede empeorar si se debilita la demanda interna, hoy casi único sostén de toda la cadena láctea.
Si no se puede exportar y el consumo local se debilita, ¿Qué puede pasar con los excedentes, que además pueden crecer en forma importante?, ¿quién se hará cargo del costo de los stocks?, ¿con qué se van a mantener los tambos y usinas si no venden?
Las preguntas son infinitas, tanto más cuando a la luz de las aún buenas cotizaciones internacionales, y dado que la leche es un alimento central en cualquier sociedad, muchos países (para comenzar, todos los vecinos), emprendieron sendos planes de crecimiento productivo que ya está dando sus frutos con fuertes incrementos de volumen. Así ocurre en Brasil a pesar de las limitaciones agroecológicas que presenta el gigante sudamericano para una producción tan sofisticada y sensible como la lechería.
Los datos muestran que mientras la Argentina apenas se mantiene, toda la región creció en forma importante en la última década, desde Perú
(+ 91%) hasta Chile (+32%), pasando por Brasil (+62%) (Ver cuadro 1).
Así, mientras las autoridades del Ministerio de Agricultura siguen entretenidas en charlas más sociales que técnicas, y en sobreabundar en diagnósticos que se siguen acumulando en los rincones, aparentemente sin que nadie los lea, la Argentina sigue perdiendo chances, y retrocediendo como proveedor internacional mientras los vecinos, en especial, y el mundo en general, avanzan sólidamente.
La solución es tan obvia que hasta da vergüenza ajena mencionarla: «sin precio no hay producción». Elemental, Watson… Y la realidad indica que desde hace años los tamberos vienen «corriendo de atrás» en materia de precios. Siempre en el límite del quebranto, y hasta con rentabilidad negativa.
En tal contexto lo que sorprende es que, hasta ahora, la producción local «sólo» se haya mantenido, sin llegar a caer estrepitosamente. Sin embargo, también esto podría ocurrir si los responsables de las políticas siguen ensimismados en sus propias teorías, sin bajar de una vez a la práctica, poniendo en marcha soluciones concretas, y no nuevos diagnósticos.
Es que hoy el consumidor paga mucho, y el tambero recibe poco: alrededor de $ 2,50/ litro, frente a valores de compensación que se ubican aproximadamente en $ 3,60, o sea, apenas unos u$s 0,45 (a valor oficial), un nivel similar al que tienen los tamberos uruguayos, y que les permite tener una saludable producción lechera, competitiva a nivel mundial.
En medio, las usinas lácteas en general están cada vez más endeudadas, y hasta a los proveedores de insumos para el tambo se le están complicando los números. Tanto es así que entre algunas de las principales industrias de plaza se contabilizan pérdidas en el último ejercicio de entre u$s 100 y u$s 300 millones.
Ahora, frente a previsibles nuevos incrementos en los costos de producción, el mantenimiento de las restricciones energéticas que son clave en la industrialización láctea, y el esperable debilitamiento relativo de la demanda interna, jaqueada por la inflación y el atraso relativo en el poder de compra que siempre se produce en este tipo de procesos económicos, toda la cadena láctea vuelve a tensarse.
Sin correcciones oficiales sólo se enfrenta un callejón sin salida. Lo que hubiera servido para sortearlo en parte, es decir, los $ 3,60 por litro, equivalente al valor internacional de la leche en polvo, que habrían permitido un cierto «colchón» para capear el temporal de los próximos meses, no está… Y ante esa nada, ¿Qué puede esperar ahora la producción?, ¿más endeudamiento con leche de invierno más cara de producir?, ¿nuevas liquidaciones y cambios de actividad en los tambos?
Lejos quedan esos tiempos, a principios del siglo pasado, cuando la Argentina exportaba el 50% de la producción de su entonces pujante lechería y el país amenazaba con convertirse en líder mundial en la producción de alimentos.
Por: Susana Merlo
http://www.ambito.com/
La nota periodística fue enviada a navarronoticias.com por Guillermo Casarino, productor lechero de Navarro.
La foto es gentileza de www.clubdarwin.net