Peleas Callejeras… ¿Se pueden detener?
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Los “desencuentros” entre caballeros (se empiezan a sumar las damas), no son del mismo tenor que en otra década. En la actualidad, ante una discusión, un cambio de palabras, una pelea de cuerpo a cuerpo entre denominados “hombres”, se ha tornado más que peligrosa, principalmente en las festivas madrugas. No hay códigos ni límites.
Toda la vida existió la riña entre hombres. Es parte de nuestra historia. Pero si algo se podía rescatar de las antiguas peleas callejeras es que se producían entre dos personas, mano a mano, con un público que al ver desigualdad entre los “actores principales”, intercedía inmediatamente.
Jamás podríamos justificar un cruce a golpes de dos seres supuestamente racionales. Pero al ver hoy lo que está ocurriendo, se podría pensar que las peleas de otra década, rescataban entre la basura, el honor de no abusar de la debilidad del oponente, en la mayoría de las ocasiones.
Hoy es diferente. Las peleas suelen ser brutales, desiguales… Intervienen no sólo los “enojados”, además se suman los “actores de reparto”, dejando un saldo muy triste, en casi todas las contiendas.
Tiene que existir un freno, porque el día que ocurra una desgracia saldrán muchas voces a corear “justicia, justicia”… Lo justo es justo siempre y evitar lo contrario depende de todos nosotros, especialmente de quienes tienen el poder de criar, enseñar, prevenir, controlar y castigar si es necesario.
Podríamos semanalmente utilizar nuestras páginas escribiendo títulos que asombren con respecto a las golpizas que ocurren en el pueblo. No es de nuestro interés lucrar con los males pero tampoco ocultar la realidad. Hay jóvenes y no tanto, que llegan heridos al Hospital, no siempre por accidentes nocturnos. Muchas veces son golpes entre supuestamente “seres humanos”.
Quienes tenemos hijos vivimos inculcándoles que la violencia no conduce a nada, pero no estamos seguros de que hoy “la palabra” obtenga tantos resultados. Y nos gustaría asegurar, aunque no podemos, que todos los padres piensan y expresan lo mismo. Todos tememos por el regreso de nuestros hijos en las noches de salida. Pero la sociedad actual nos muestra otros escenarios, donde ya no sólo juegan los celos, el mal llamado honor de “macho” o cualquier excusa del siglo XX para enfrentar a alguien a los golpes. Hoy existen otros ingredientes que potencias todas las locuras de esos desgraciados momentos que endurecen el saldo de manera notable.
Ojalá se pueda lograr que la noche sea sólo un divertimento para los jóvenes, más allá de los riesgos comunes que cualquier persona expone al salir de su casa.
Ojalá nuestras sencillas líneas sean un llamado a la reflexión para que Navarro siga siendo el pueblo tranquilo donde cada padre se acuesta pensando que al otro día va a almorzar normalmente con su hijo, sin tener que retirarlo de un hospital, de una comisaría o de una morgue.