Del Padre Domingo Soria Sosa

admnn17
Por admnn17 diciembre 28, 2013

HOY SE CUMPLE UN AÑO DE MI LLEGADA A NAVARRO

El 23 de diciembre de 2012 llegué a Navarro de un modo inesperado. Aún así, desde el primer momento, me sentí recibido con los brazos abiertos por parte de todos. No era fácil ser el sucesor de Felipe, lo supe desde el momento en que el obispo me comunicó mi nuevo destino.
Hoy ha pasado ya un año desde aquel momento y en el medio han ocurrido muchas cosas. He ido conociendo a la comunidad y la comunidad me ha ido conociendo a mí. Hemos conocido nuestras capacidades y nuestras limitaciones, nuestras luces y nuestras sombras y, aún así, en todo se ha mostrado la mano de la Providencia.
Sé que a algunos no les ha sido fácil (aún hoy) aceptar a un nuevo pastor. Sin duda que Felipe, después de 30 años, ha dejado su impronta y se ha grabado en el corazón de muchos. Pero los cambios en este mundo en algún momento ocurren, son inevitables. Tampoco es bueno (en mi opinión) que un sacerdote esté tanto tiempo al frente de una comunidad. Hoy el mundo no es el mismo de hace 30 años atrás, todo va más acelerado. Por eso mismo la tendencia actual de los obispos (lo mismo hacía Bergoglio en Buenos Aires) es nombrar a los párrocos por el término de seis años, tiempo suficiente como para desarrollar un plan pastoral pero a la vez para evitar aquellos apegos que después hacen sufrir tanto.
Los curas somos todos diferentes (gracias a Dios!), por eso en la parroquia hay cosas que han cambiado y que seguirán cambiando. Nadie tiene el proyecto pastoral perfecto para una parroquia, cada uno hace lo que puede. Pero en mi caso, soy consciente que, más allá de mis limitaciones, todo lo he hecho mirando el bien común de la comunidad parroquial y poniendo siempre en el centro a Jesucristo, nuestro único camino y nuestra única meta. El es el centro, los demás (comenzando por mí) somos todos secundarios y pasajeros.
Como pastor debo cumplir la triple tarea que Jesús y la Iglesia encomiendan a los pastores: santificar, enseñar y gobernar (aquella misma que Jesucristo asumió como Sacerdote, Profeta y Rey) Esto significa santificar celebrando la Misa y los demás sacramentos siendo un canal de la Gracia de Dios para su pueblo; enseñar mostrando la verdad y corrigiendo el error en todo lo que tiene que ver con la doctrina de la fe y el magisterio de la Iglesia; y gobernar conduciendo al rebaño por donde están «las mejores pasturas», defendiéndolo de «los lobos» (sobre todo de aquellos que tienen «piel de cordero»… son los más peligrosos…) con mano firme y brazo extendido y, sobre todo, con caridad de buen pastor.
La experiencia nos muestra que, en el ejercicio de esta tarea, a veces cosechamos aplausos y a veces vituperios. Yo no busco ni una cosa ni la otra, sino ser fiel a Jesucristo y a la Iglesia.
Es la primera vez que me toca ser «cura del pueblo» ya que en las otras parroquias y ciudades donde estuve éramos varios curas. Acá estoy sólo yo y por eso «estoy en la vidriera» Todo lo que hago es mirado con lupa. Estoy tranquilo porque sé que no hago nada malo, todos saben cómo vivo. Pero también voy aprendiendo de mis errores y aún tengo mucho que aprender (pobre de mí si me la creyera, si me creyera que ya me las sé todas…) Por eso yo les pido que me ayuden a crecer. No logro entender a aquellos que se quejan del cura y lo dicen a todo el mundo menos… al cura. Pasa en todas las comunidades. Muchas veces padecemos del sindrome del «chusmerío» y del «teléfono descompuesto» cuando es tan fácil curarlo… simplemente hablando con quien corresponde. Lo dije desde un primer momento, la puerta de mi casa está abierta para que venga quien quiera y me diga lo que quiera. Cuántos dolores de cabeza innecesarios nos ahorraríamos si siguiéramos este camino…
En fin, el balance que hago en este año es muy positivo (más allá de alguna que otra tormenta pasajera… es normal), estoy contento y en paz. Este ha sido un año más bien de conocimiento de la comunidad. Ahora habrá que empezar a proyectar el funcionamiento pastoral de la parroquia, con serenidad y confianza, escuchando a todos y tomando decisiones con firmeza y caridad, buscando el bien de todos y no de unos pocos. Todos los bautizados del partido de Navarro son por igual parte de esta gran familia que es la parroquia por eso nadie debe sentirse excluido sino parte de la comunidad. Las puertas están abiertas para todos. Ninguno es imprescindible pero todos somos necesarios.
Gracias querido pueblo de Navarro. Gracias y perdón. Les he compartido un poquito de mi pensamiento. Ahora a seguir trabajando, siempre para adelante, sin volver la vista atrás. Buscaré juntar el rebaño y seré firme con aquellos que lo quieran dispersar. Dios está con nosotros y nosotros queremos estar con Dios.

Que Dios los bendiga a todos y recen por mí.

cen sufrir tanto.
Los curas somos todos diferentes (gracias a Dios!), por eso en la parroquia hay cosas que han cambiado y que seguirán cambiando. Nadie tiene el proyecto pastoral perfecto para una parroquia, cada uno hace lo que puede. Pero en mi caso, soy consciente que, más allá de mis limitaciones, todo lo he hecho mirando el bien común de la comunidad parroquial y poniendo siempre en el centro a Jesucristo, nuestro único camino y nuestra única meta. El es el centro, los demás (comenzando por mí) somos todos secundarios y pasajeros.
Como pastor debo cumplir la triple tarea que Jesús y la Iglesia encomiendan a los pastores: santificar, enseñar y gobernar (aquella misma que Jesucristo asumió como Sacerdote, Profeta y Rey) Esto significa santificar celebrando la Misa y los demás sacramentos siendo un canal de la Gracia de Dios para su pueblo; enseñar mostrando la verdad y corrigiendo el error en todo lo que tiene que ver con la doctrina de la fe y el magisterio de la Iglesia; y gobernar conduciendo al rebaño por donde están «las mejores pasturas», defendiéndolo de «los lobos» (sobre todo de aquellos que tienen «piel de cordero»… son los más peligrosos…) con mano firme y brazo extendido y, sobre todo, con caridad de buen pastor.
La experiencia nos muestra que, en el ejercicio de esta tarea, a veces cosechamos aplausos y a veces vituperios. Yo no busco ni una cosa ni la otra, sino ser fiel a Jesucristo y a la Iglesia.
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HOY SE CUMPLE UN AÑO DE MI LLEGADA A NAVARRO

El 23 de diciembre de 2012 llegué a Navarro de un modo inesperado. Aún así, desde el primer momento, me sentí recibido con los brazos abiertos por parte de todos. No era fácil ser el sucesor de Felipe, lo supe desde el momento en que el obispo me comunicó mi nuevo destino.
Hoy ha pasado ya un año desde aquel momento y en el medio han ocurrido muchas cosas. He ido conociendo a la comunidad y la comunidad me ha ido conociendo a mí. Hemos conocido nuestras capacidades y nuestras limitaciones, nuestras luces y nuestras sombras y, aún así, en todo se ha mostrado la mano de la Providencia.
Sé que a algunos no les ha sido fácil (aún hoy) aceptar a un nuevo pastor. Sin duda que Felipe, después de 30 años, ha dejado su impronta y se ha grabado en el corazón de muchos. Pero los cambios en este mundo en algún momento ocurren, son inevitables. Tampoco es bueno (en mi opinión) que un sacerdote esté tanto tiempo al frente de una comunidad. Hoy el mundo no es el mismo de hace 30 años atrás, todo va más acelerado. Por eso mismo la tendencia actual de los obispos (lo mismo hacía Bergoglio en Buenos Aires) es nombrar a los párrocos por el término de seis años, tiempo suficiente como para desarrollar un plan pastoral pero a la vez para evitar aquellos apegos que después hacen sufrir tanto.
Los curas somos todos diferentes (gracias a Dios!), por eso en la parroquia hay cosas que han cambiado y que seguirán cambiando. Nadie tiene el proyecto pastoral perfecto para una parroquia, cada uno hace lo que puede. Pero en mi caso, soy consciente que, más allá de mis limitaciones, todo lo he hecho mirando el bien común de la comunidad parroquial y poniendo siempre en el centro a Jesucristo, nuestro único camino y nuestra única meta. El es el centro, los demás (comenzando por mí) somos todos secundarios y pasajeros.
Como pastor debo cumplir la triple tarea que Jesús y la Iglesia encomiendan a los pastores: santificar, enseñar y gobernar (aquella misma que Jesucristo asumió como Sacerdote, Profeta y Rey) Esto significa santificar celebrando la Misa y los demás sacramentos siendo un canal de la Gracia de Dios para su pueblo; enseñar mostrando la verdad y corrigiendo el error en todo lo que tiene que ver con la doctrina de la fe y el magisterio de la Iglesia; y gobernar conduciendo al rebaño por donde están «las mejores pasturas», defendiéndolo de «los lobos» (sobre todo de aquellos que tienen «piel de cordero»… son los más peligrosos…) con mano firme y brazo extendido y, sobre todo, con caridad de buen pastor.
La experiencia nos muestra que, en el ejercicio de esta tarea, a veces cosechamos aplausos y a veces vituperios. Yo no busco ni una cosa ni la otra, sino ser fiel a Jesucristo y a la Iglesia.
Es la primera vez que me toca ser «cura del pueblo» ya que en las otras parroquias y ciudades donde estuve éramos varios curas. Acá estoy sólo yo y por eso «estoy en la vidriera» Todo lo que hago es mirado con lupa. Estoy tranquilo porque sé que no hago nada malo, todos saben cómo vivo. Pero también voy aprendiendo de mis errores y aún tengo mucho que aprender (pobre de mí si me la creyera, si me creyera que ya me las sé todas…) Por eso yo les pido que me ayuden a crecer. No logro entender a aquellos que se quejan del cura y lo dicen a todo el mundo menos… al cura. Pasa en todas las comunidades. Muchas veces padecemos del sindrome del «chusmerío» y del «teléfono descompuesto» cuando es tan fácil curarlo… simplemente hablando con quien corresponde. Lo dije desde un primer momento, la puerta de mi casa está abierta para que venga quien quiera y me diga lo que quiera. Cuántos dolores de cabeza innecesarios nos ahorraríamos si siguiéramos este camino…
En fin, el balance que hago en este año es muy positivo (más allá de alguna que otra tormenta pasajera… es normal), estoy contento y en paz. Este ha sido un año más bien de conocimiento de la comunidad. Ahora habrá que empezar a proyectar el funcionamiento pastoral de la parroquia, con serenidad y confianza, escuchando a todos y tomando decisiones con firmeza y caridad, buscando el bien de todos y no de unos pocos. Todos los bautizados del partido de Navarro son por igual parte de esta gran familia que es la parroquia por eso nadie debe sentirse excluido sino parte de la comunidad. Las puertas están abiertas para todos. Ninguno es imprescindible pero todos somos necesarios.
Gracias querido pueblo de Navarro. Gracias y perdón. Les he compartido un poquito de mi pensamiento. Ahora a seguir trabajando, siempre para adelante, sin volver la vista atrás. Buscaré juntar el rebaño y seré firme con aquellos que lo quieran dispersar. Dios está con nosotros y nosotros queremos estar con Dios.

Que Dios los bendiga a todos y recen por mí.

rimera vez que me toca ser «cura del pueblo» ya que en las otras parroquias y ciudades donde estuve éramos varios curas. Acá estoy sólo yo y por eso «estoy en la vidriera» Todo lo que hago es mirado con lupa. Estoy tranquilo porque sé que no hago nada malo, todos saben cómo vivo. Pero también voy aprendiendo de mis errores y aún tengo mucho que aprender (pobre de mí si me la creyera, si me creyera que ya me las sé todas…) Por eso yo les pido que me ayuden a crecer. No logro entender a aquellos que se quejan del cura y lo dicen a todo el mundo menos… al cura. Pasa en todas las comunidades. Muchas veces padecemos del sindrome del «chusmerío» y del «teléfono descompuesto» cuando es tan fácil curarlo… simplemente hablando con quien corresponde. Lo dije desde un primer momento, la puerta de mi casa está abierta para que venga quien quiera y me diga lo que quiera. Cuántos dolores de cabeza innecesarios nos ahorraríamos si siguiéramos este camino…
En fin, el balance que hago en este año es muy positivo (más allá de alguna que otra tormenta pasajera… es normal), estoy contento y en paz. Este ha sido un año más bien de conocimiento de la comunidad. Ahora habrá que empezar a proyectar el funcionamiento pastoral de la parroquia, con serenidad y confianza, escuchando a todos y tomando decisiones con firmeza y caridad, buscando el bien de todos y no de unos pocos. Todos los bautizados del partido de Navarro son por igual parte de esta gran familia que es la parroquia por eso nadie debe sentirse excluido sino parte de la comunidad. Las puertas están abiertas para todos. Ninguno es imprescindible pero todos somos necesarios.
Gracias querido pueblo de Navarro. Gracias y perdón. Les he compartido un poquito de mi pensamiento. Ahora a seguir trabajando, siempre para adelante, sin volver la vista atrás. Buscaré juntar el rebaño y seré firme con aquellos que lo quieran dispersar. Dios está con nosotros y nosotros queremos estar con Dios.

Que Dios los bendiga a todos y recen por mí.

admnn17
Por admnn17 diciembre 28, 2013