Aunque la esperanza nunca se pierde

Roberto Gómez
Por Roberto Gómez mayo 15, 2015

Aunque la esperanza nunca se pierde

Lo que pasó en el Súper Clásico no es un hecho aislado. Es uno más. Hoy es Boca, mañana será otro club. En el Día del Futbolista, cuando hacía horas se lloraba la muerte de Emanuel Ortega, accidentado en una cancha de fútbol, pasaron nuevos hechos que nos muestran el nivel de la sociedad en que vivimos y que parece no queremos corregir.
La dirigencia en general, es vergonzosa, no sólo en el fútbol. La seguridad da risa. En la cancha de Boca, en el Superclásico, más de mil policías, más de 300 hombres de seguridad privada, y no pudieron parar a un imbécil, como tampoco pudieron evitar que cuatro desubicados arrojaran elementos a la cancha cuando el plantel de River se disponía a salir, luego de dos horas de calvario. Poca solidaridad de sus compañeros, que por no quedar mal con “los duros” (y termina siendo entendible porque viven amenazados), se quedaron a un costado, como demostrando que querían jugar, sabiendo de antemano que era imposible.
Como desde hace años ocurre en la política, pasa en el fútbol o en otros ámbitos…, para que sucedan cosas malas hace falta más de uno, el que las quiere llevar a cabo y el que puede evitarlo o castigarlo y se hace el distraído. Hay complicidad y hoy se ha multiplicado, entre dirigentes y malvivientes. Y para no generalizar, hay buenos dirigentes políticos y buenos deportivos, pero parece que no pueden hacer nada para que los malos sigan llevando adelante sus planes. Porque hay miles de personas que priorizan sus intereses personales por encima de lo institucional, y porque la seguridad y justicia son deficientes. ¿Ustedes vieron la cara, la expresión, los gestos y hasta las palabras expresadas por los policías de alto rango? De terror… De un nivel que no asombra pero avergüenza.
Los que hacen desastres son siempre los mismos. Es un dicho popular. Pero los que dejan hacer son parecidos, son desde hace años la misma gente, que además pareciera que le van enseñando las manías y agachadas a los que van entrando en ese mundillo.
En fútbol no son hinchas, en política no son militantes honestos. Y quienes deben imponer autoridad, cuidar a la gente buena, son cómplices y saben que su impunidad no les generará ningún malestar. No van presos. Después tiene razón mucha gente que van en cana los giles, aunque no sea tan así, hay algo de esto en nuestro país.
Si se quiere cambiar, se logra. En otros lugares del mundo se ha logrado.
Argentina es un país maravilloso. Gente con ansias de progreso, humildad, trabajo, dedicación, lo ha llevado a ser uno de los mejores del mundo. Y en pocos años, otra porción de gente llena de ambición, de progreso desmedido, de impunidad, de egoísmo y con el poder que muchos de los inocentes le otorgan, han logrado que mostremos la otra cara, vergonzosa, desagradable, que a millones de tipos que queremos vivir dignamente nos manchan metiéndonos en la misma bolsa.
Esto ya no es fútbol. No es política. Muchos de los que deciden en Argentina, en el ámbito que sea, están sobrecargados de avaricia, sin pensar que hay una gran mayoría de compueblanos que lo único que hacen es trabajar para llevar el pan a su casa, pensando en que sus hijos puedan estudiar, trabajar y vivir lo poco que dura la vida con cierto decoro.

Vergüenza, la palabra más leída en los diarios argentinos y en el mundo. Todos referidos al hecho de ayer… Estamos endeudados socialmente, aunque la esperanza es lo último que se pierde.

Roberto Gómez
Por Roberto Gómez mayo 15, 2015